En el principio, el universo estaba contenido en un huevo, dentro del cual, las fuerzas vitales del yin (obscura, femenina y fría) y del yang (clara, masculina y caliente) se relacionan una con otra.
Dentro del huevo, Pan Gu (o también Pan Ku), formado a partir de estas fuerzas, estuvo durmiendo durante 18.000 años. Al despertar, se estiró y lo rompió.
Los elementos más pesados del interior del huevo se fueron hacia abajo para formar la tierra y los más ligeros flotaron para formar el cielo.
Entre la tierra y el cielo, estaba Pan Gu.
Todos cada día, durante otros 18.000 años, la tierra y el cielo se separaban un poco más. Pan Gu crecía la misma proporción por lo que siempre se llenaba el espacio intermedio.
Finalmente, la tierra y el cielo llegaron a sus posiciones definitivas. Agotado, Pan Gu, se echó a descansar. Y estaba tan agotado que murió. Su cuerpo y sus miembros se convirtieron en montañas. Sus ojos, se transformaron en el sol y la luna. Su carne, la tierra, sus cabellos, los árboles, las plantas, sus lágrimas, ríos y mares. Su aliento, fue el viento, su voz el trueno y el relámpago.
Y por último… las pulgas de Pan Gu… ¡se convirtieron en la humanidad!

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